LLAMA OLÍMPICA

LLAMA OLÍMPICA

La antorcha olímpica es otro de los símbolos característicos de los juegos olímpicos y es uno de los elementos rescatados de los antiguos juegos olímpicos.
Según la antigua tradición, se hacía arder una llama sagrada en el Altar de Zeus durante todo el tiempo que durará la competición.
El fuego olímpico se empezó a utilizar en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1924 y la experiencia se repitió de nuevo en los de Los Ángeles 1932.
Pero fue en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 cuando desde el Comité organizador se propuso la idea de encender el fuego en Grecia para transportarlo hasta el estadio olímpico transportándolo en una antorcha que se conducía por medio de corredores en una carrera de relevo. La idea fue aceptada y a partir de los Juegos olímpicos de Helsinki 1952 esta costumbre se institucionalizó.
La tradición consiste en encender la llama sobre una antorcha aprovechando el reflejo de los rayos solares sobre un espejo curvo situado en la antigua ciudad de Olimpia.
Un grupo de mujeres vestidas con trajes tradicionales llevan a cabo la ceremonia, y tras encender la antorcha se la entregan al primer corredor. El recorrido es muy largo y atraviesa varios países hasta llegar a la ciudad organizadora.
La antorcha llega hasta el estadio olímpico y recorre la pista de atletismo para ser entregada al último relevista que se encarga de prender con ella el pebetero, el cual se mantiene encendido hasta el final de los juegos.
En la ceremonia de clausura se apaga el fuego, dando así por finalizados los Juegos Olímpicos.

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